ESE OTRO DIÁLOGO QUE MANTENEMOS DURANTE EL DÍA Y DEL CUAL NO SOMOS CONSCIENTES : LA PUBLICIDAD EXTERIOR

Los miembros de la escuela psicológica de Palo Alto (California) tenían razón: no se puede no comunicar. Tanto la presencia como la ausencia de palabras o de gestos hablan por sí mismas. En el caso de los elementos publicitarios exteriores ocurre lo mismo.
De igual modo que en una institución educativa encontramos elementos relacionados con la enseñanza que alientan el aprendizaje (mapas geográficos, tablas de química, trabajos destacados de los alumnos, etc., en nuestra sociedad consumista actual hallamos elementos que incitan y animan a la compra; estos elementos externos nos hablan además del carácter de nuestra sociedad: de sus gustos estéticos, de sus influencias, de su situación económica y de sus tabúes.
La publicidad exterior nos muestra el producto en grandes dimensiones, jugando con la atracción de los colores. Su contemplación resulta agradable, a veces por el mero hecho de hacernos olvidar el contexto real en el que nos encontramos (calles bulliciosas, atascos, barrios marginales, zonas deprimidas, etc.). Sirve para ilustrar este hecho, el ejemplo de una publicidad de ropa de baño que mostraba a la escultural y bronceada modelo Helena Christensen en una playa paradisiaca que invitaba a la evasión y el relax con aguas cristalinas y sus palmeras inclinadas, en el contexto del interior de la estación del metro parisino en pleno mes de enero con la gente enfundada en sus largos y oscuros abrigos.
En ocasiones la contemplación de alguna publicidad exterior puede llegar a provocar tal fascinación que puede resultar peligrosa o conllevar riesgo su visualización. Es el caso de una publicidad que anunciaba una marca de ropa femenina íntima en una zona urbana y que tuvo que ser retirada debido a los incidentes de tráfico que ocasionaba.
Hoy en día aun hay gente que no ve la televisión, ni escucha la radio, ni navega en internet, ni tan siquiera lee la prensa, pero tan sólo un porcentaje mínimo de la población no sale a la calle. Es por ello que el medio exterior llega a tanta gente. Este medio es el que nos acompaña en nuestros trayectos desde el momento en el que ponemos el pie en la calle. Sobre todo al pisar espacios públicos como estaciones, parkings, centros comerciales, de ocio, etc. Ignorarlo es casi imposible. Los nuevos e ingeniosos soportes publicitarios permiten encontrar esta publicidad en los sitios más inesperados e inimaginables. Abarca cada vez más rincones públicos y lo hace de una forma más diversa, variada y original.
Es como si fuéramos por la calle y constantemente alguien nos estuviera llamando -“oye tú” para contarnos algo.

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